El rap, un escenario de resistencia

El rap es un género musical que nació como una forma de expresión de las comunidades afro y personas migrantes en los barrios marginales de la ciudad de New York en la década de los 70. A través de las rimas ingeniosas y la pista musical o “el beat”, estas comunidades narraban sus realidades invisibilizadas y abordaban los temas que vivían en su cotidianidad. 

Una de las significaciones que se le atribuyen a la palabra rap es la de rhythm and poetry, que traduce en español ritmo y poesía, denotando la importancia que tiene la letra en esta puesta artística. El rap surge como una oposición al sistema establecido y se configura como una acción transgresiva en tanto no respeta las formas tradicionales de hacer música, pues su escenario principal son las calles y su protagonismo lo encarna la juventud inconforme con su realidad.  

El rap llegó a Colombia en los años 80 y planteó una revolución en la escena musical. Hoy en día es una herramienta utilizada por múltiples colectivos y artistas para protestar, denunciar, interpelar y cuestionar, desde una postura crítica, a la sociedad sobre realidades que no se nombran ni se discuten en otros espacios. 

Este es el caso del colectivo artístico Suena La Cuarta, una propuesta musical para crear conciencia colectiva y reconstruir el tejido social en la comunidad de Soacha, Cundinamarca. En el podcast “Le Copio a la Inspiración” tuvimos la oportunidad de conversar con Johana Salazar, cofundadora del colectivo, para conocer el trabajo que realizan y cómo ha sido su caminar construyendo paz en este territorio. 

Johana Salazar, cofundadora de Suena La Cuarta, en el podcast «Le Copio a la Inspiración»

Soacha, un territorio de contradicciones

Johana Salazar es técnica en sistemas y tecnóloga en comunicaciones, además de ello es rapera y cofundadora del colectivo Suena La Cuarta. Desde los 13 años se interesó por el trabajo comunitario y a lo largo de toda su vida ha dirigido y participado en diferentes proyectos que le apuestan a crear redes de apoyo en la comunidad y reclamar por los derechos de la gente y su territorio. 

Johana se reconoce a sí misma como la construcción colectiva de todas las personas y las vivencias que han atravesado su vida. Desde los 8 años habita en el municipio de Soacha y cuenta que la vida la llevó a ella y a su familia a residir en la loma, ya que su mamá no tenía el dinero suficiente para quedarse en Bogotá. “Vivir en la comuna es vivir en las contradicciones sociales completas. Uno no llega a la comuna porque quiere, sino porque la necesidad lo vota a uno a ese lado”. 

Soacha, que limita y se fusiona con Bogotá en el sur de la ciudad, es el municipio más poblado del Departamento de Cundinamarca y alberga múltiples problemáticas sociales pues tiene altos índices de pobreza, falta de acceso a la salud, vivienda y educación, así como la presencia de grupos ilegales. También es un territorio con una alta confluencia de personas que llegan desde diferentes regiones del país, muchas de ellas desplazadas por la violencia.

Construir desde lo colectivo

En medio de un contexto de contradicciones y dificultades, Johana siempre tuvo claro que era importante movilizarse y no ser indiferente frente a lo que ocurría a su alrededor. Esta motivación la llevó a articularse con diferentes personas, colectivos y “parches” para organizar espacios artísticos y culturales en su comunidad. 

En ese caminar, ella conoce el rap y gracias al apoyo de otros artistas y colectivos que también querían aportar a la transformación del territorio y la construcción de una conciencia colectiva, surge Suena La Cuarta, una propuesta artística y cultural para reconstruir el tejido social de una comunidad de estaba fragmentada por la violencia y las necesidades. 

Uno de los principales objetivos de Suena tenía que ver con borrar las fronteras invisibles que existían producto de las confrontaciones entre bandas y entre actores armados. El grupo se conformó con personas diferentes en su pensar y hacer, pero que estaban dispuestas a construir desde la diversidad, cada una con una propuesta artística única y con una fuerte apuesta por lo colectivo “No nos entendemos dentro de un estereotipo marcado por lo individual”, afirma Johana. 

 El rap debe tener un sentido social 

Uno de los principales consensos dentro del grupo es que el rap debe tener un sentido crítico y social, como lo defiende Johana: “el rap tiene que ser una construcción colectiva, la esencia de esta vaina es contestataria, es de lucha, es revolucionaria”. 

Ella es consciente de que las letras de Suena pueden resultar incómodas de escuchar, pues se enfrentan al sistema establecido y abordan temas álgidos como la militarización de la vida, la minería extractivista, la violencia o la corrupción, entre muchos otros. Tanto es así que varios de los integrantes del parche han recibido amenazas.

Además, el colectivo también tiene una apuesta muy clara de transformar la realidad de su entorno y contribuir a que la calidad de vida de la comunidad sea un poco mejor. Hasta el momento han impulsado la construcción de una escuela comunitaria, un albergue y cada festival de música que realizan va acompañado de una olla comunitaria. 

Combatiendo los estereotipos 

El rap, por su origen en las comunidades marginales, está rodeado de prejuicios y estereotipos relacionados con el vandalismo y la criminalidad. Uno de los mayores retos del colectivo ha sido enfrentar estas ideas que en su mayoría provienen de la ignorancia y el desconocimiento “a la gente hay que sacarle la idea de que todo lo diferente es malo”, afirma Johana.

A los integrantes del parche se les ha estigmatizado en múltiples ocasiones por su apariencia, incluso, Johana recuerda un episodio amargo en el cual fueron golpeados por la policía, pues les estaban acusando de ser unos ladrones basándose únicamente en su vestimenta.

Por otro lado, la escena del rap está dominada principalmente por hombres y es muy difícil que las mujeres quieran acceder a ese tipo de espacios o se sientan seguras en ellos, pues existen múltiples estereotipos sobre lo que debería ser de una mujer. Johana ha enfrentado este tipo de situaciones en carne propia y a causa de ello se ha ganado varios problemas, pues ella es una mujer que no se queda callada “El hip hop es demasiado machista y yo soy un poquito peliona”

La esperanza es lo último que se pierde

El camino para Suena La Cuarta no siempre ha sido fácil, además de los problemas con la seguridad de los integrantes, otra de las dificultades ha sido el sostenimiento económico del grupo; “el rap que es combativo, contestatario, no pega tanto”, admite Johana. Todos los integrantes del grupo tienen otros trabajos diferentes del parche que les proporcionan una fuente de ingresos. Aún así, tienen claro que el hecho de que su música no sea rentable no es una justificación para dejarla de hacer.

Johana encuentra esperanza en la gente, cuando ve que hay otras personas que también le están apostando a lo mismo que ella desde diferentes propuestas y lugares. Así mismo, su hija es una gran motivación para seguir adelante, pues ella sabe que a través del rap y el trabajo comunitario le puede dejar a ella, y a las niños y niñas de la comunidad, herramientas para que se defiendan en la vida y defiendan su territorio. 

La fuerza de Suena La Cuarta reside en el poder que emana de lo colectivo y les impulsa a seguir fraguando transformaciones en su territorio. Johana defiende que el rap puede aportar a la construcción de paz, no solo en el sentido de construir hacia afuera, sino también de sanarse a uno mismo: “si uno no está en paz con uno mismo es muy difícil estar en paz con los demás”.El rap en Soacha, y especialmente en las comunas, se ha convertido en una herramienta poderosa de expresión y resistencia, en un medio para que las personas se pongan en los zapatos del otro y no sean indiferentes ante la realidad les rodea. Suena la Cuarta seguirá rapeando y cantando realidades con la esperanza de un mundo en paz, con más empatía y conciencia social.

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