El intercambio que une a niños y niñas de Colombia y España
En las montañas del norte del Cauca, Colombia, un grupo de niños y niñas de la vereda Honduras se embarcan en un viaje remoto hacia Cataluña, una región del Estado español. Al otro lado del Atlántico, en el pueblo de Sant Celoni, sus pares catalanes los esperan con la misma ilusión y curiosidad. Este intercambio cultural, fruto del proyecto «Coeducación para transformar» implementado por la organización Otra Escuela, busca tender puentes entre realidades distantes, fomentar el entendimiento mutuo y encontrar inspiración a través de las experiencias de vida compartidas.

Otra Escuela, que trabaja en Colombia y España para promover culturas de paz a través del arte y el juego como herramienta de transformación social, ve en este intercambio una oportunidad única para generar un impacto positivo en las vidas de estos jóvenes y sus comunidades.
Dos territorios, un anhelo común
Honduras, una vereda enclavada en las montañas del Norte del Cauca, es un territorio de contrastes. Por un lado, cautiva con sus paisajes exuberantes y ríos cristalinos. Por otro lado, convive con la violencia del conflicto armado que ha marcado la región durante décadas. La tensión se palpó el año pasado cuando un coche bomba estalló frente a una estación de policía en Timba, a pocos kilómetros de Honduras, dejando dos personas muertas, heridos y daños materiales.
A miles de kilómetros, en el municipio catalán de Sant Celoni, el escenario es diferente. Este pueblo, con sus edificios históricos y plazas pintorescas, es un mosaico de culturas. Muchos migrantes han encontrado aquí un hogar, aportando diversidad al tejido social. Varios de los niños y niñas que participan en el intercambio provienen de familias migrantes.
No obstante, más allá de las diferencias geográficas y socioculturales, los jóvenes de Honduras y Sant Celoni comparten un anhelo común: explorar el mundo, aprender y forjar lazos que trascienden fronteras. Es este espíritu de curiosidad y apertura el que da vida al intercambio.


Retazos de vida compartidos
A través de videos, cartas y fotografías, estos jóvenes comparten retazos de sus vidas cotidianas. Los niños de Honduras nos llevan al río Cauca, donde se sumergen en la serenidad de sus aguas y desafían la gravedad con clavados intrépidos. «Cuando vengo al río, me siento en una de esas piedras o voy a lanzarme desde el puente», cuenta Jakob David, uno de los participantes.
En Sant Celoni, los parques y la biblioteca se convierten en escenarios de juego y aprendizaje. «La biblioteca es la zona donde los niños pueden ir a estudiar, leer. A mí me gusta mucho leer», relata una jóven catalana.
Más allá de los paisajes, son las experiencias compartidas las que tejen lazos invisibles entre estos dos mundos. Los participantes descubren hilos comunes que los unen: el amor por el deporte, la pasión por la lectura y las ganas de forjar amistades duraderas.


Brechas y desafíos
A medida que el intercambio avanza, también se hacen evidentes las brechas que separan las realidades de estos jóvenes. Mientras los niños y niñas de Sant Celoni disfrutan de una infraestructura moderna y una amplia gama de actividades, sus pares de Honduras enfrentan desafíos como la falta de oportunidades educativas y la carencia de servicios básicos como agua potable y saneamiento.
Sin embargo, estas diferencias también generan reflexiones profundas. Los participantes de Sant Celoni se maravillan ante la exuberancia de la naturaleza en Honduras, fruto de lluvias constantes, y contrastan esta imagen con la sequía que actualmente afecta a Cataluña, provocando cortes de agua, paisajes secos y otros problemas derivados. El amor y cuidado por el entorno natural que perciben en sus pares colombianos les plantea interrogantes sobre su propio territorio y las acciones que pueden emprender para protegerlo.
Además de los contrastes en infraestructura y medio ambiente, los jóvenes descubren que comparten experiencias vitales comunes. La discriminación, el racismo, los duelos por seres queridos que han partido, las luchas familiares por salir adelante, y las prácticas culturales y religiosas son vivencias que generan tanto sorpresa como familiaridad. Estas similitudes les recuerdan que, a pesar de las particularidades de cada contexto, hay hilos invisibles que los unen en sus luchas y esperanzas. “Podemos ser grandes amigos, apoyarnos. Lo que va a importar es que nos podamos comunicar«, reflexiona una niña de Honduras.

Semillas de cambio
Para Diana Figueroa, facilitadora del proyecto en Colombia, esta experiencia ha dejado lecciones valiosas. «Los niños y las niñas tienen una capacidad de agencia muy potente y muy clara. Necesitan complicidad y aquí estamos para eso», afirma. Este acompañamiento se traduce en un espacio seguro donde los participantes pueden expresarse libremente, desarrollar el pensamiento crítico, la solidaridad, la empatía y, sobre todo, las ganas de compartir entre diversos.
Más allá de las fronteras geográficas, este intercambio cultural siembra semillas de cambio en las mentes y corazones de niñas, niños y jóvenes. Les permite vislumbrar un mundo más grande, diverso y lleno de posibilidades. Algunas niñas de Colombia sueñan con viajar a España algún día, mientras que desde Sant Celoni se comprometen a valorar y proteger más la riqueza natural de su entorno. Además, los participantes catalanes se plantean apreciar y aprovechar mejor las oportunidades que tienen a su alcance, como el acceso a la educación y a una infraestructura desarrollada.
En un mundo cada vez más interconectado, iniciativas como «Coeducación para transformar» nos recuerdan la importancia de tender puentes, de escuchar las voces de las personas más jóvenes y de construir una sociedad más empática y solidaria. Y son precisamente estos jóvenes quienes, con su curiosidad y apertura, nos muestran el camino a seguir. Porque, como bien dice una niña de Honduras, «si vemos una persona, no podemos juzgar, porque a veces las apariencias engañan demasiado». En este intercambio, los verdaderos protagonistas son los niños y niñas que, con su curiosidad innata y su disposición al diálogo, nos enseñan a mirar el mundo con ojos nuevos.
¿Y tú, has tenido la oportunidad de participar en un intercambio cultural? ¿Qué lecciones te dejó la experiencia? Te invitamos a compartir tu historia en nuestras redes sociales y a seguir de cerca este inspirador proyecto. Porque cada voz cuenta, cada experiencia es valiosa y cada puente que tendemos nos acerca un poco más a un mundo donde la empatía y la solidaridad sean los verdaderos protagonistas.