A propósito del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, desde la Corporación Otra Escuela quisimos hacer un reportaje sobre dos mujeres negras que nos inspiran y que realizan trabajos sumamente importantes en sus comunidades para construir paz a través del teatro, resistiéndose a las dinámicas violentas que se viven en sus territorios. Por un lado, Tatiana Angulo, una mujer de Buenaventura que coordina diferentes procesos comunitarios y por otro lado, Ana Solís, líder del Teatro Génesis en el Cauca. Conoce sus historias y su labor a continuación.
El empoderamiento de las mujeres, la niñez y la juventud en Buenaventura
”El teatro es mágico, el teatro es transformador, el teatro libera”

Tatiana Angulo es una mujer negra del pacífico colombiano, madre de dos hijos, licenciada en arte dramático, actriz, escritora, poeta y coordinadora de múltiples procesos comunitarios en Buenaventura, su región natal.
Su pasión por la construcción de paz y el teatro nació por pura casualidad, según ella misma recuerda, cuando cursaba un técnico de compras y suministros en el SENA, pues ella, al igual que muchas personas en su territorio, se había interesado en realizar estudios portuarios ya que eso era lo que ofrecía la ciudad. Un día, en medio de una clase, pasaron ofreciendo talleres de música, pintura, danza y teatro. El taller de teatro le llamó la atención. La primera vez que asistió solo fue por curiosidad y para escaparse de su aburrida clase, pero conforme fue pasando el tiempo se dio cuenta de que el teatro podía ser un ejercicio muy poderoso “El teatro es mágico, el teatro es transformador, el teatro libera”.
Tatiana cuenta que era una joven con un ritmo de vida desordenado, que solo pensaba en salir a fiestas y divertirse. Sin embargo, poco a poco el teatro fue transformando su vida, le permitió ver su futuro de una manera diferente y analizar su realidad con otras gafas “empiezo a ver que el arte es positivo, que es transformador, que te permite llegar a otros espacios y te permite avanzar, entonces dije, bueno, si el teatro logró hacer eso conmigo, porque no le brindo esta oportunidad a otras personas”.
Es así como Tatiana se une a una iniciativa de la Pastoral Social que busca fomentar procesos de teatro en el territorio. Actualmente, ella es coordinadora de tres proyectos en Buenaventura: el grupo arte y memoria Guasá, un grupo intergeneracional y ecuménico para hacer resistencia y memoria; el grupo Voces de mi Barrio en el barrio Antonio Nariño, un barrio fuertemente azotado por la violencia. Allí se busca trabajar con los más jóvenes alrededor de sus conflictos cotidianos y demostrarles que hay formas diferentes a la violencia para dirigir sus vidas; y el grupo Remembranza del Pacífico, un grupo con mujeres víctimas directas del conflicto armado pues sus hijos fueron asesinados o desaparecidos, ellas han encontrado un medio para drenar todos sus dolores a través del teatro.

”Lo que me motiva es que mi hija esté empoderada, que mi hija sepa y tenga claro que si le están vulnerando sus derechos ella debe hablar”
Sobre esta última iniciativa Tatiana comenta que estos espacios son liberadores para las mujeres y les permiten expresar heridas que son muy difíciles de dialogar en otros contextos. Ella nos comenta el sentir de algunas “sí a tu hijo te lo asesinan, te duele, pero sabes que tú lo enterraste y sabes en dónde, tenés al menos algo simbólico. Pero cuando te desaparecen, no tenés nada. Lo único que tenés es una zozobra”.

Para Tatiana, ser madre y ser mujer afrodescendiente en medio de un contexto de violencia ha sido sumamente complicado, para ella lo más difícil es tener que explicarle a su niña porque suenan las balas y correr a esconderse en cualquier rincón de su casa cuando inician los enfrentamientos. Así mismo, esta es una preocupación para las madres en su comunidad, ellas sufren cuando tienen un “niño problema” porque saben que son más susceptibles de ser captados por grupos armados y andar en malos caminos. Por eso, para Tatiana es tan importante desarrollar proyectos comunitarios alrededor del arte que le permitan a estos niños darle un rumbo diferente a sus vidas y tener la posibilidad de ser y expresarse en un lugar seguro.
Su mayor alegría es cuando le comentan que un niño que antes era terrible en la escuela, molestaba a todos sus compañeros y perdía todas las materias, ahora es el primero de la clase. O cuando le comentan que una muchacha que era muy rebelde y no tenía buena relación con su mamá, ahora le cuenta las cosas y ha comenzado a confiar en ella. En ese momento se da cuenta de que su trabajo vale la pena. Así mismo, se siente orgullosa y esperanzada de ver a los y las jóvenes del Teatro Guasá interesados en construir memoria, en resistirse a las injusticias y en estudiar para perseguir un futuro distinto. “Mi gran sueño es que los chicos puedan tener esos espacios porque creo que, sinceramente lo digo, los adultos estamos viciados, pero los niños y niñas vienen con esa inocencia y que desde ahí se puede transformar”.

Ella sueña con que los chicos y chicas de Buenaventura tengan espacios donde recrearse, espacios deportivos y espacios culturales para que su territorio pueda ser un gran centro cultural y artístico donde los niños y niñas no tengan tiempo para pensar en cosas negativas porque siempre están en procesos creativos. Su mayor inspiración son sus hijos, sobre todo su hija pequeña “Lo que me motiva es que mi hija esté empoderada, que mi hija sepa y tenga claro que si le están vulnerando sus derechos ella debe hablar”. De igual forma, la inspiran sus hijos adoptivos, así es como ella llama a los niños y niñas que está formando en teatro, y desea que ellos puedan tener las oportunidades que ella no tuvo “quiero que estén empoderados y sepan el camino que deben seguir”. Su propósito es arrancar a esos niños y niñas de la violencia.
El rescate de la memoria y la cultura en el Norte del Cauca

Por otro lado, Ana Solís es una mujer negra del municipio de Buenos Aires, Cauca. Es hija, tía, hermana y amante de la cultura. Es monitora e instructora de teatro y dinamizadora de programas sociales. Actualmente, dirige el grupo Génesis 28:15 teatro vivencial, que como lo dice su nombre, se enfoca en llevar a escena las vivencias que ocurren en el entorno.
Ana comenta que el teatro no era algo muy conocido en su comunidad, incluso existía la creencia de que el teatro era para los blancos de las grandes ciudades. Por eso, al principio resultaba extraño ver un colectivo de personas negras haciendo teatro. Así mismo, ancestralmente los hombres eran los que se encargaban de transmitir la cultura a través de la música y el toque de instrumentos típicos del Cauca como el tambor o el violín caucano. Estas tradiciones con el tiempo se han modificado y también gracias al proceso del Teatro Génesis, el arte se ha convertido en una herramienta fundamental para construir tejido social en el territorio, hacer memoria histórica y abrir espacios para que las mujeres puedan hacer incidencia en su comunidad.
“Se ha levantado un remanente de niñas y adolescentes que le apuestan al liderazgo con el apoyo de sus familias y de la comunidad”

Según cuenta Ana, el reto más grande para las mujeres es llegar a ser aceptadas como líderes dentro de sus comunidades, sin embargo, estas barreras se han ido superando poco a poco, de modo que hoy en día ella considera que en su territorio hombres y mujeres trabajan a la par “se ha levantado un remanente de niñas y adolescentes que le apuestan al liderazgo con el apoyo de sus familias y de la comunidad. Hoy en día hay muchas lideresas jóvenes que tienen incidencia en el territorio”.
Como ella misma dice, el bichito del teatro le picó desde que estaba en el colegio y su profesor de español aplicó una metodología creativa para que los estudiantes aprendieran algo sobre los libros que leían. En vez de evaluarlos con exámenes, él los ponía a interpretar obras de teatro y de esta manera los motivaba a interesarse por los clásicos de la literatura, para Ana esto resultó tremendamente innovador. Tiempo después, ella empezó a trabajar con una iglesia cristiana donde interpretaban obras de teatro bíblicas para evangelizar y allí nació el teatro Génesis 28:15, cuyo nombre hace referencia a un versículo de la biblia.
“Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido”, Gén 28:15
Ana tuvo un sueño con este pasaje y fue muy significativo, pues ella estuvo fuera de su territorio mucho tiempo, “Yo lo tomé como que Dios quería que yo hiciera cosas en mi tierra, y cuando ya yo las haga, ahí si me puedo ir donde yo quiera”. De esta forma, el grupo comenzó con 12 jóvenes que se presentaban en los parques de las veredas de Buenos Aires, hoy en día son casi 45 niños, niñas, adolescentes y jóvenes que hacen teatro. Este proceso ha tenido un impacto muy positivo, pues muchos de ellos eran jóvenes muy callados en la escuela y a través del teatro se han ido abriendo, se han convertido en excelentes expositores y ahora ellos también proponen ideas.
Con el tiempo, esta iniciativa se ha enfocado en rescatar las vivencias del territorio para que la cultura no muera, pues muchas de las historias y tradiciones culturales de su comunidad se están perdiendo por el ingreso de nuevas culturas. Es así, que la música, la forma de vestir y hasta los peinados están cambiando “lo que se busca es rescatar todas esas historias y hacerlas teatro porque es mucho más gratificante y de mayor alcance que tú veas algo y no que te lo cuenten. Hemos querido dejar un legado ancestral y que permanezca a través de relevo generacional con nuestras obras”.


Lo que sostiene a Ana es el amor y el cariño por su comunidad, por su región y por los niños, niñas y jóvenes que hacen parte del Teatro Génesis. A través de sus obras se ha logrado rescatar esa memoria cultural que se ha ido perdiendo, llevan un mensaje de resiliencia y perseverancia y apoyan los procesos de relevo generacional. Su mayor sueño es que la gente pueda salir sin miedo a las calles, incluso en horas de la noche, y que los niños, niñas y jóvenes puedan hacer un futuro allí, porque a causa de la violencia se están yendo. Ella sueña con que el arte, la creatividad y los talentos de su territorio puedan quedarse y dar fruto en esa misma región, rodeada de naturaleza y llena de paisajes hermosos, como ella misma lo expresa “el mejor vividero del mundo”.