Queremos contarles qué aprendimos los últimos 5 años en el suroccidente de Colombia, jugando y creando con los parches, organizaciones, comunidades, colectivas, territorios, que nos abrieron sus puertas.
Anduvimos por territorios donde se vive la cotidianidad del rigor de la guerra, frente a la que tuvimos que posicionarnos. Llegamos para buscar y construir juntos, formas creativas de caminar los conflictos y de aplicar conocimientos críticos para la construcción de paz, de las culturas de paz, de paces. Lo que verán aquí son algunos resultados creativos de esas juntadas pa conspirar.
Volvimos al Cauca, ese territorio que siempre nos está enseñando, entre otras cosas, que los proyectos a los que le apostamos se hacen con cotidianidad y presencia. Reafirmamos que el Cauca es como un piloto del conflicto colombiano y también de la diversidad que somos: Afros, indígenas, campesinos, mestizos, y que es un lugar de resistencias y construcción de país.
El oriente de Cali nos jaló pa´ juntarnos y poner foco allá. Aprendimos que en el distrito de Aguablanca al territorio se le dice EL PEDAZO, que a la juntada se le llama PARCHE y conocimos otras narrativas sobre cómo se camina la solidaridad, la defensa medioambiental, y se pedalea la movilidad, se le meten goles al hambre, y que toca pararse duro frente a macro proyectos regionales como el Plan Jarillón y que todos los días se juntan para luchar contra la estigmatización que les pesa por ser jóvenes «racializados» de sectores empobrecidos y vulnerados.
Volvimos al Cauca, ese territorio que siempre nos está enseñando, entre otras cosas, que los proyectos a los que le apostamos se hacen con cotidianidad y presencia
Frente a esas voces que dicen ¨son lugares imposibles de acceder¨, estos territorios dignos nos recordaron que la apuesta debe ser descentralizar, soltar los imaginarios de los lugares, y vivirlos de la mano de las organizaciones y las comunidades que nos dicen que toca estar alertas, pero que estar ahí es la manera de transformar.
Reafirmamos que los escenarios de los talleres están más allá de salones de clase, están en muchos puntos del territorio: calles, huertas, barrios, comedores comunitarios, lagunas, y que el territorio está en el ruido que nos acompaña durante la facilitación, está en cómo nos ajustamos frente a lo que pasa en el territorio, en cómo articulamos los procesos a las mingas y las movilizaciones.

Nos permitió complejizar la mirada del Distri, ver las dinámicas amplias, empezar a entender la conexión Cali – norte del Cauca. Saber al Distri como un territorio que dialoga con el mar pacífico, desde ser un lugar de tránsito y comunicación con el norte del Cauca y entonces, entender el suroccidente como región, y uno de nuestros horizontes se volvió hacer puente de sus luchas.
Reafirmamos que los escenarios de los talleres están más allá de salones de clase, están en muchos puntos del territorio
Reafirmamos que estos territorios cambiantes y diversos son hogar, lugar de acogida, porque se abren, reciben, cobijan, y ahora nos proyectamos como Escuela en este sur occidente, decidimos estar. Ellxs conocieron nuestro trabajo, nosotrxs conocimos sus territorios y profundizamos la mirada sobre los conflictos. Y reafirmamos que queremos aprender con ellxs y con sus procesos, con la convicción de que somos maestrxs-aprendices y que queremos aprender y enseñar distinto.
Reafirmamos que la incomodidad nos gusta, y que vale la pena, porque hay quienes caminan la educación propia y desde ahí podemos hacer alianzas políticas y pedagógicas y nos abrimos a hacer otros proyectos, procesos y alianzas.

Profundizamos los afectos como parte fundamental en la construcción de escuelas, laboratorios y tejidos, con jóvenes que nos plantean retos en procesos que implican compromisos fuertes porque trabajar con ellxs es una disputa por la vida frente a un sistema agresivo, ante el que se vienen parando desde el poder transformador de la recocha, que hicimos parte de nuestras metodologías para reafirmarnos en el poder de la fuerza creativa gozosa, y para acompañarles en la terquedad de organizarse y caminar hacia lo que no es posible, de dejarse llevar por la utopía, por los sueños, por creer que se puede vivir distinto, que se puede vivir dignamente, que se puede vivir… porque creemos en la juventud y aprendemos y construimos con ellxs, porque sus saberes son insumos de transformación.
Y en todas las posibilidades del trabajo con jóvenes, resonamos en cuestionar las relaciones de poder dentro de las organizaciones y caminarlo incluso desde aperturar a la co facilitación con esos peladxs que se estaban formando con nosotrxs, y construimos juntxs parche pa´ transformar el pedazo.

Caminando a ofrendar en lagunas reafirmamos los saberes territoriales y ancestrales como insumos para pensarnos y construir otros mundos de la mano de los juegos, las artes, poniendo el cuerpo e invitando a mirarnos desde lo socio afectivo y en espiral, de adentro hacia afuera.
La pandemia mundial y el estallido social hicieron parte de los retos que nos llamaron a juntarnos con los parches y organizaciones para co inspirarnos, y asumimos el reto de ampliar nuestra creatividad metodológica ante el confinamiento, y asumimos el reto de escuchar los contextos de los territorios para proponer y construir cada paso que dimos durante estos años. Estos nuevos retos y contextos nos invitaron a profundizar en la Investigación y Acción Participativa, nos jalaron a la calle con las Acciones Directas No Violentas, y la persistencia del reclutamiento en los territorios nos mostró la vigencia de procesos como las escuelas de paz, y ratificó que deben ser semillas que germinan y se expandirán a través del camello de estos jóvenes que ya son multiplicadores en sus familias, parches, organizaciones y territorios, por lo que nos convencimos que nuestra misión es poder soltar, que otrxs lideren y transformen esos mismos procesos, y que desde su propia autonomía los arraiguen.

Reafirmamos el circular los recursos en los territorios y comunidades como principio ético, político y de trabajo colectivo. Que la transformación es posible en red, en colectivo, construyendo de manera conjunta con las organizaciones de base, con quienes creamos alianzas para llevar a cabo estos procesos. Reafirmamos la importancia de trabajar con cooperantes que analizan y tienen en cuenta los contextos, y son flexibles ante estas lecturas y las necesidades de los territorios y de las organizaciones. Y en ese tejernos, reafirmamos que confiar, creer en lo que el otro hace respetando las autonomías, es también una forma de construir paz.
Agradecemos a todas las organizaciones y luchadoras por enseñarnos que es posible acompañar las transformaciones más allá de las personas y las colectividades, y pillar la transformación de los tejidos, de las dinámicas socioculturales, del territorio.
Ratificamos nuestro compromiso de acompañarlos para impulsar acciones de transformación para el buen vivir.
Tejiendo puentes, confiando, creciendo los saberes, en colectivo así construimos paces. Que sigan compartiendo lo aprendido y muchos frutos para cosechar en 2023.